sábado, 12 de junio de 2010

Tras la Huelga del sector público del 8-J




Comunicado de Izquierda Anticapitalista

La Huelga del 8J convocada en la Administración Pública por las direcciones sindicales mayoritarias ante el “Plan de Ajuste” lanzado por el gobierno de Zapatero ha tenido un seguimiento débil. A pesar de ello, las manifestaciones realizadas el mismo día de la huelga fueron, en bastantes casos, de relativa importancia, compensando en alguna medida la escasa repercusión de ésta y demostrando también la existencia de un amplio malestar social pendiente aun de concretarse de manera efectiva.

Las causas del poco éxito de esta convocatoria son de diverso tipo. En primer lugar, el gravísimo ataque que supone los recortes salariales, la congelación de las pensiones y el resto de medidas del “zapatazo” exigía una respuesta mucho más contundente por parte de las organizaciones sindicales y del conjunto del movimiento obrero.

La decisión- tomada unilateralmente por CCOO, UGT y el corporativo CSIF -de convocar la Huelga en la Función Pública bloqueó la posibilidad de haber preparado con movilizaciones previas una Huelga General para mediados de junio. La Huelga del 8J llegaba después de un largo periodo de desmovilización durante el cual los sindicatos mayoritarios han evitado sistemáticamente organizar una respuesta combativa a la crisis y a los cierres empresariales. Al mismo tiempo, una Huelga de la Administración Pública, aunque ese sector haya sido uno de los más duramente golpeados en este primer “ajuste”, tenía problemas serios, tanto para movilizar a la gente trabajadora del sector, como para despertar la solidaridad del resto de la clase trabajadora y servir de fuerza de empuje para una siguiente convocatoria de HG amplia.

Por otra parte las direcciones sindicales mayoritarias han actuado, en relación al resto de sindicatos, de manera muy poco unitaria, imponiendo sus criterios y, en general, descartando marcos conjuntos de debate y de acción. En estas circunstancias, las fuerzas sindicales minoritarias que se han unido al llamado de HG lo han hecho por la necesidad objetiva de la misma, pero sujetas a los ritmos de acción y a las pautas marcadas por CCOO, UGT y CSIF. Sin embargo, aun considerando las limitaciones que les han sido impuestas, en algunos casos su actitud no ha sido guiada tampoco por un espíritu unitario, lo cual ha tenido como consecuencia la realización de acciones y apariciones separadas. Todo lo anterior no ha favorecido en absoluto el buen curso de la Huelga.

Además, en el mismo trabajo de convocatoria se ha podido comprobar la debilidad que en estos momentos se extiende entre las bases sindicales. Décadas de sindicalismo de concertación han tenido como consecuencia una pérdida de perspectiva en relación a la posibilidad de plantear alternativas fuera del propio sistema capitalista y la experiencia de las formas de lucha adecuadas a una situación como la actual también se ha perdido en buena medida. Como consecuencia de lo anterior, y de la baja moral existente en las filas sindicales, la labor movilizadora se ha realizado de forma muy irregular, con argumentos a menudo endebles y con una intensidad muy por debajo de la necesaria.

En cuanto a la gente trabajadora de la Administración Pública, entre ella han calado argumentos antihuelga como el de la “inevitabilidad” de las medidas de ajuste, el de la necesidad de “sacrificarse” para el bien común o el de que la huelga en sí no “iba a cambiar nada”. También ha influido en el bajo seguimiento el relativo desprestigio de las fuerzas sindicales, la mitificación del poder de la banca y de los grupos financieros, el temor a “dañar al PSOE” desde el punto de vista electoral frente a un PP en ascenso o incluso- en una situación de escasa conciencia de la magnitud de lo que realmente está en juego -el deseo de no ver descontada una cantidad más de un salario ya recortado.

Tras el cierre en falso de esta Huelga del sector público, sería erróneo sin embargo dar por perdida una batalla que en realidad acaba de comenzar- como podría ser la conclusión de alguna de las fuerzas sindicales mayoritarias -cediendo ante la aplicación cruda de los paquetes de medidas de ajuste, la salvaje reforma del mercado laboral impulsada por gobierno y patronal y el conjunto de políticas económicas neoliberales.

Es necesario empezar un proceso de removilización social y preparar una Huelga General. No se trata, sin embargo, de convocar una huelga de trámite y continuar el día siguiente como antes, ni de convocar una huelga por arriba, a modo de un breve paréntesis temporal en medio de una estrategia sindical de concertación. Si algo ha demostrado la pasada Huelga del sector público es que, tras un periodo dilatado de desmovilización y en un contexto de fuerte desánimo y escepticismo entre la clase trabajadora, es necesario realizar un intenso trabajo previo de debate, organización y preparación que asegure el éxito de las nuevas convocatorias. Así, la huelga debe insertarse en una estrategia sostenida de removilización social por abajo, fomentando la divulgación de una conciencia alternativa y crítica entre las y los trabajadores, la participación en los centros de trabajo y el desarrollo de un sindicalismo alternativo y combativo.

Al realizar esta tarea será preciso tanto forzar la unidad de acción de las organizaciones sindicales como llevar adelante una labor de base, organizando a la gente trabajadora en los centros de trabajo con independencia de adscripciones sindicales y promoviendo al tiempo plataformas amplias de debate y de movilización. El trabajo dirigido hacia la militancia de los sindicatos mayoritarios crítica en relación a la estrategia de concertación pero aun huérfana de otro tipo de referente será también importante.

Hay que dotar al movimiento en ciernes de una perspectiva amplia, tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista de la acción, que debería apuntar hacia una escala de movilización europea, donde tenga un papel destacado la reivindicación de una Huelga General europea para el otoño. Sólo de esta forma se podrán crear las condiciones para una primera respuesta eficaz, en forma de HG amplia, a la barbarie impuesta por banqueros y especuladores. Esta es la línea de trabajo que intentará seguir Izquierda Anticapitalista.



¡Por un sindicalismo combativo y alternativo!
¡Necesitamos una Huelga General!

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